¿Es posible detectar la enfermedad de la carótida antes de tener síntomas?
“Si se puede evitar, no es un accidente”, dice el dicho popular, y esto es generalmente cierto en el caso del Accidente Cerebro Vascular, un infarto en los vasos sanguíneos del cerebro con una ventana temporal de tan sólo tres horas para recibir asistencia médica efectiva.
Sin embargo, el caso de Cecilia S. (65) es la excepción a la regla -como puede ser el caso de otros pacientes que compartan su diagnóstico y su suerte-. La detección temprana de un cúmulo de colesterol y calcio en las paredes de su arteria carótida izquierda, permitieron a los profesionales intervenir a tiempo para evitar uno de los desenlaces más peligrosos: un ACV isquémico.
“Yo empecé con muchos dolores de cabeza, pero terribles”, asegura Cecilia, quien más de 3 años después se recupera de una endarterectomía carotídea realizada en el Sanatorio Aconcagua, en Córdoba Capital. En ese entonces, para calmar las migrañas, ella tomaba analgésicos y medicación para dormir, creyendo que podían ser efecto del estrés. Hoy sí, cree que los dolores de cabeza fueron el primer síntoma de un cuadro mucho más complejo.
El primer diagnóstico, según cree Cecilia, “fue de casualidad”. En un control de rutina con su cardióloga, la especialista detectó un soplo en la carótida y ordenó realizar un ecodoppler cardíaco y un ecodoppler de vasos del cuello.
Aunque ella así lo cree, nada fue casual: un control cardiológico y un estudio indicado a tiempo fueron los que permitieron la oportuna derivación con un especialista en cirugía vascular periférica, el Dr. Juan Manuel Navarro (MP:27678 - ME:15026), Jefe del Servicio de Cirugía Vascular Periférica del Sanatorio Aconcagua y presidente de la Sociedad de Cirugía Vascular Periférica y Endovascular de Córdoba (SocVaPeC).
“Tenemos un alto número de pacientes que consultan con patología carotídea en esta institución”, explica el Dr. Navarro, en su mayoría “son pacientes que han tenido sintomatología; ya sean crisis isquémicas transitorias o ACV ya constituido con foco neurológico. Nosotros hacemos estudios de mayor complejidad y definimos la conducta terapéutica.”
En un principio, si el nivel de obstrucción de la arteria no es severo ni ocasiona síntomas, el tratamiento a seguir puede ser con medicación oral (antiagregantes plaquetarios o aspirina) y modificar los factores de riesgo como la hipertensión, tabaquismo o la alteración en el metabolismo de los lípidos.
“Tuve respuestas inmediatas: el médico fue una maravilla porque ha estado siempre pendiente, me ha sabido guiar”, asegura agradecida Cecilia. Tras dos años de controles periódicos, en junio de 2023 los estudios revelaron que el porcentaje de obstrucción ya era peligroso y requería de una intervención quirúrgica para extirpar la placa.
“Lo viví con mucho miedo”, confiesa Cecilia, “No hacía esfuerzo; me gusta mucho hacer jardinería, bicicleta fija, y suspendí todo. Creí que cualquier mínimo esfuerzo mío podía producirme un ACV”.
La intervención quirúrgica -que se realiza en menos de una hora y no suele requerir más de 48 horas de internación posterior- finalmente se realizó en noviembre.
Hoy Cecilia, madre de cinco y abuela de diez, planea celebrar las fiestas rodeada de su familia, sin sentir que la espada de Damocles pende sobre su cabeza.
“No me puedo quejar, porque en ningún momento tuve dolor en la herida. La recuperación ha sido excelente, y voy a seguir remarcando la excelente atención del médico y de toda la institución porque me han atendido muy bien.”